La humanidad siempre se ha valido de la imaginación para articular personajes de fantasía que asume como sus héroes.
Desde la mitología, empezando por Hércules hasta llegar a Supermán, la gente en diferentes épocas ha necesitado de esos paladines que resumen los ideales colectivos y las aspiraciones sociales.
Arquetipos de la lucha del bien contra el mal, que en décadas pasadas ingresaba a los hogares a través de las “tiras cómicas” de los periódicos, las novelas impresas, las radionovelas y los “comics” conocidos aquí como “Paquitos” a partir de los cuales se generaba un comercio casero de venta, reventa e intercambio de “paquitos usados” donde los más buscados y preferidos eran los de Hopalong Casidy, Roy Roger, Red Ryder, El Llanero Solitario, Mandrake el Mago, Chanoc, Tarzán, Supermán , La Mujer Maravilla, Batman y Robin, y muchos otros personajes de acción y aventura con los que se entretuvo más de una generación, en épocas en que no existían Nintendos, computadoras, ni telecable.
Aunque también estaban los más tiernos y “lights”, como La Pequeña Lulú, El Pato Donald, Mickey Mouse o Popeye el Marino, dirigidos a un público más infantil.
De todos esos personajes de ficción que la gente ha convertido en mitos, es quizas Batman el más siniestro de todos.
Se aprecia en su estereotipo de murciélago, su baticueva y hasta su fúnebre auto bautizado como el batimóvil.
También en su sinuosa movilidad por una ciudad Gótica grisoscura y fantasmagórica.
Sobre todo luego de que en los últimos años los productores de Hollywood se empeñaran en ubicar el personaje en esas peculiares características ambientales, tratando de resaltar los señalados detalles.
El Batman de hoy no es el mismo de aquellas series televisadas de “Batman y Robin” de lenguaje payasesco y ditirámbico que se asemejaba a sus eternos archirrivales el Acertijo, el Guasón y el Pinguino.
No, Hollywood decidió dejar a un lado la payasada para apuntalarse en lo siniestro.
El Misterioro Caballero de la Noche
Puede que lo consideren curioso, pero ese Batman misterioso es el personaje que más se nos parece a nuestro Anthony Rios, el singular cantante y compositor dominicano que al igual que el Hombre Murciélago lleva una vida de doble personalidad.
Una pública que da en el escenario y la otra que vive en su “baticueva”.
A simple vista su preferencia por la vestimenta negra pudiera considerarse un capricho del artista, pero si a eso le sumamos su pasada afición de tener como mascota una serpiente gigante llamada Hembro, su colección hogareña de imágenes de buho diseminada por toda la casa, tenemos que concluir en que es Anthony Rios uno de las figuras más misteriosas e indescifrables de todas las de nuestro ámbito artístico.
Mavel, la corista de Fernando Villalona, que fue su compañera por algunos años y que vivió sus misterios y excentricidades, es quizas la persona que mejor puede dar cuenta de lo que acontecía tras las paredes del “castillo encantado” de Sir Anthony Rios.
Como también un ex-empleado de servicios, testigo del ritual que el amo hacía el día en que le tocaba alimentar a la serpiente Hembro, alejando a todo el mundo para que nadie viera ni oyera, en el momento en que al intimidante reptil se les lanzaban pollos y otros animales para que fueran parte de su dieta, generando escenas espeluznantes y dantescas. Era algo que Anthony no quería que nadie viera.
Hay que entender que es un estilo una forma muy particular de ver la vida y de vivirla. Mientras algunos se contentan con tener como mascota un perrito chihuahua, hay quienes necesitan de otro tipo de estímulos, para vivir intensamente, cumpliendo de ese modo ese rol que les acerca tanto al del emblemático super-héroe que escapó de la fantasía para venir a darnos testimonio de que el mito se ha consumado.
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