Hay colegas de la comunicación y de la crónica de arte a los cuales en su momento les han puesto en las manos la posibilidad de hacerse ricos y millonarios, y sin embargo no lo han aprovechado.
Eddy Abikarán fue favorecido con un frecuencia de radio en el interior del país y terminó vendiéndosela a Luis García para usarla como repetidora de Tele Radio América.
A Marino Guzmán, “El Mismísimo”, el entonces síndico Rafael Ruberví Bonilla le dió los derechos de instalación del sistema de cable de Boca Chica y de Villa Mella, y en vez de buscar un inversionista lo que hizo fue vender sus derechos por una pírrica suma, dejando escapar de ese modo uno de los negocios mas rentables de la comunicación.
Ni que decir de cuando Carlos Pérez Ricart le “financió” a Johnny Ventura y a Rafael Corporán la compra de la emisora que se llamaría Radio Popular y el Caballo decidió salirse del negocio.
José Lluberes había vivido de regentear y administrar las estaciones de Manuel María Pimentel y cuando logra tener su propia emisora, se la vende a los hermanos Juan y Nelson Estévez, quienes crearon lo que hoy es Rumba.
Magda Florencio tenía Isla Visión y después de lanzarlo como canal social decidió vendérselo a Baninter para comprar una vivienda en Juan Dolio.
Pero como en toda regla hay siempre una excepción debemos decir que el más inteligente y aventajado de todos es sin duda Periandro Delgado, quien afanaba en los años setenta con un programa de radio y una revista que se denominaba El Hombre y la Ciencia.
Vivía en un multifamiliar en la cabeza del puente Duarte, desde donde operaba una frecuencia en la banda ciudadana, como oncemetrista y en los dos metros.
En el gobierno de Antonio Guzmán lo nombraron sub-director de Telecomunicaciones, y de allí salió con una cantidad increible de licencias de frecuencias, que le permitieron crear Tecni Taxi y manejar a su antojo el negocio de las telecomunicaciones.
Y en el gobierno de Hipólito Mejía volvió a “requintar” y consiguió la frecuencia de la emisora Sensación F. M. que todos conocen.
Hoy Periandro es millonario, no solo con la exitosa agencia de taxi que opera, sino también con su tienda de venta de equipos de comunicación.
Es decir, que mientras otros no supieron qué hacer con los medios que cayeron en sus manos, el Pediandro sí que ha sabido dimensionarlos.
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