La gente cree que el de la farándula es un ambiente de “glamour”, y como no están “inside” desconocen los trucos, y los bultos que la gente del medio desde siempre ha hecho para hacerle creer a los demás su mundo de fantasía.
Uno de los más proverbiales era Tito Campusano, el locutor que tenía el eslogan de “estilo y elegancia en cada frase.”
Lo primero que hacía Tito cuando iba a salir con una chica a cenar a un restaurante era que previamente pasaba solo y se combinaba con el camarero para que cuando volviera con su acompañante, al momento de elegir lo que había en la carta, le dijera que no había camarones, filetes, langostas si ella se antojaba de uno de esos platos caros.
Según Tito nada más “antojao” que algunas mujeres de barrio en un restaurante cuando ven en el menú ciertos platos que nunca en su puta vida han comido
No es casual que en el merengue “Filete” Johnny Ventura narra esa experiencia
Pero no solo en eso era grande Tito en los restaurantes, sino que al momento de pagar la cuenta, siempre dejaba una voluminosa propina al mozo con el fin de impresionar a su acompañante.
Las mujeres se deslumbraban al ver que Tito dejaba hasta mil pesos de propina en la mesa.
Lo que las pobres no sabían era que luego Tito retornaba y le quitaba al mozo los mil pesos y le dejaba de propina una “ventana” (veinte).
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