En acroarte se puede decir que hay un disgusto generalizado en gran parte de la actual directiva, debido a que según dicen no se les está tomando en cuenta en las decisiones de producción de los premios Casandra.
Alegan que se enteran de los planes del montaje de los premios a través de la prensa, lo que está provocando dificultades a la misma institución.
Un hecho verificable fue la publicación de que Georgina Duluc estaría en un segmento haciendo los anuncios de los ganadores de premios, y que hasta se le había propuesto para la conducción de la alfombra dorada.
Pero desde que un grupo de ex presidentes, directivos y miembros de Acroarte se enteraron por la prensa de esos planes, montaron de inmediato una ofensiva para impedir que ese propósito se materializara, pues a la Duluc se le tiene como una archienemiga de la entidad que agrupa a los cronistas de arte.
Debido a la presión ejercida, la productora Edilenia Tactuk se vio precisada a dar marcha atrás y a desestimar a la Duluc, que por otro lado es inexplicable que con los conflictos con Acroarte tan frescos en la memoria de tanta gente, aceptara que la consideraran para una aparición de esa naturaleza.
Se estima que si Georgina Duluc fuera otra clase de gente ni siquiera se permitiera estar cerca de la alfombra dorada de los premios Casandra.
No se deja de reconocer que la bonita diva es una sensación siempre en el Casandra y, por ello, aunque habia anunciado que no estaría presente en la alfombra, tal parece que éste año no será la excepción.
El Casandra, después de todo, demuestra que es una premiación apreciada y apetecida por todos, incluyendo aquellos que en algún momento adjuran de la misma e invocan a los mil demonios en contra de Acroarte y su premio.
Se quiere, por otro lado, responsabilizar a Edilenia Tactuk y a Jeancarlos Beras Goico de los pasos “inconsultos” (?) que se están dando en el andamiaje del premio.
Lo primero que se debe entender es que ellos al hacer sus planteamientos de producción no están pensando como acroartistas, porque no son miembros de la asociacion, sino productores que buscan lo que consideran mejor y de mayor impacto, sin parar mientes en si perjudica o no a la institución
Y ello sucede sencillamente porque de una manera u otra Acroarte está perdiendo poco a poco el control del premio, algo que en ningun momento se debería permitir.
Todos saben que fui presidente de Acroarte en tres ocasiones y los directivos que me acompañaron en los momentos cruciales de la premiación pueden dar tetimonio de que todo lo que los productores del Casandra se planteaban tenía que ser aprobado por nosotros.
Guillermo Cordero nos dice “padrino”, porque a partir de que le diéramos la oportunidad de producir el Casandra alcanzó los máximos créditos, lo que le permitió al mismo tiempo convertirse en el productor más reclamado en todos los espectáculos y eventos artísticos que las grandes empresas montaban en el Teatro Nacional y en los más importantes auditorios.
El puede dar testimonio de las discusiones y los “encontronazos” que tenía con nuestra directiva, cuando no estábamos de acuerdo en algunos de los detalles de las propuesta de producción que nos presentaba.
Nada se hacía sin que los directivos de la comisióin que se formaba para darle seguimiento a la producción lo conociera y lo aprobara.
Tanto era así que Acroarte tenía siempre la última palabra.
Por eso hasta nos enemistamos con Koldo, cuando junto con Aidita Selman produjo uno de los Casandra.
Nunca se vio eso de que la directiva se enteraba de planes de producción a través de la prensa.
Por supuesto, se tenía claro en todo momento que el premio es de Acroarte.
No como ahora , que un Pablo Ross, que en una gestión nuestra logró el premio como Locutor del Año, con su programa en Cadena de Noticias, ahora se destapa con todo tipo de insultos hacia la entidad y su membresía, llegando al extremo de sugerirle a la Cervecería, que se quede “con su premio”, que monte un jurado y que mande a la mierda a los miembros de Acroarte.
Uno sabe por qué aconseja a los nuevos muchachos de Acroarte.
El tiempo y la experiencia nos permite ver al doblar de la esquina...
Quizas su buena fe y la inexperiencia les lleve sin darse cuenta a meterse en “camisa de once varas”.
La expresión final es muy vieja, pero no deja de ser válida.
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