EL TERROR DE LOS CRONISTAS

Si los periodistas de arte se dieran cuenta del poder que concentran en sus manos, es seguro que no se dejarían avasallar ni permititirían los maltratos de que son objeto con frecuencia en el medio.
Para mí es inexplicable la pasividad con que se aceptan las groserías, las agresiones, las presiones y el chantaje de parte de cierta gente que se ha convertido en el "terror de los cronistas de arte"
Lo digo porque durante mucho tiempo periodistas de arte y editores de las páginas de espectáculos han sido victimas de presiones abiertas y encubiertas de quienes ha pretendido manejar a su antojo las informaciones del mundo del espectáculo.
Se sorprenderían de todas las tramas que articulan en contra de aquellos que se atreven a criticar sus espectáculos o que no se pliegan a sus exigencias de obtener publicaciones amplias y destacadas de las actividades que realizan.
Cualquier crítica desfavorable la consideran un atentado a sus intereses porque ''pone en peligro la inversión'' que han hecho, provocando una disminución en la asistencia de público a sus shows y conciertos.
Su método es el mismo...
Socavar mediante intrigas la base de sustentación del periodista que no obedezca sus mandatos, con chismes y quejas en las oficinas de los directores de algunos diarios.
Cuando no se le da a esa gente el despliegue que desean, van donde los jefes a chismear y a procurar publicaciones pasándole por encima al periodista encargado de la fuente.
A veces se van más lejos y llegan hasta los mismos dueños de los medios, en su afán de imponerse a como dé lugar.
De ese modo han creado una verdadera cadena de terror con la que han logrado doblegar la resistencia de más de un periodista de espectáculos.
Muchas son las conversaciones entre colegas donde ha salido a relucir el nombre de esa gente que se ha impuesto en el medio a base de presiones y chantajes.
A todos les he manifestado mi indeclinable carácter y mi posición de no doblegarme ni de temerle a nadie.
He dicho y repito que no tengo miedo, y que mi firmeza de carácter me hace sentir libre, vivir a plenitud, lo cual considero más valioso y digno que estar de rodillas ante un patán.
Los colegas que temen, que se autocensuran, saben muy bien del rechazo y el odio que genera esa gente en todas partes.
Nadie escapa a su maldad.
A los empresarios que traen grandes figuras, con los que no pueden competir, se les ataca de manera desconsiderada con abusivas y asquerosas acusaciones donde se cuestiona la procedencia del dinero con el que hacen sus inversiones.
Y es que por todas partes donde se mueve esa gente, deja su impronta carroñera, excretando pus y sustancias contaminantes, que delatan los niveles de degradación a que han llegado en su podredumbre.
Es evidente que por donde viven hace tiempo que no pasa el camión de la basura.

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Hay un lugar por donde deberían pasar