ALIMENTANDO EL MAL GUSTO

Muy desgradable y de mal gusto resultó para mucha gente la actuación de Raymond y Miguel quienes en el espectáculo 51 -15 apelaron a chistes vulgares y rastreros que en nada favorecen la imagen que se han ganado con el público.

Por segunda vez vemos al personaje del Cabo Azulado haciendo el chiste de la violación de que fue objeto en un motel, donde concluye que le resultó una experiencia placentera, con lo cual no hace más que descender al nivel de un humorista de patio, de estos que no tienen recursos ni condiciones para hacer reir a la gente a base de ingenio, verdadera gracia y creatividad.

Sorprende que teniendo tanto talento, Raymond lo desperdicie asumiendo un recurso tan barato.

Lo mismo hizo Miguel Céspedes, que realizó muy buenas caracterizaciones con los personajes que le han dado fama y popularidad, pero por igual también las contaminó con algunas alusiones muy vulgares.

Ni siquiera respetaron el hecho de que el espectáculo estaba siendo transmitido en vivo para la televisión.

Favorezco la picardía, pero no la vulgaridad en el humor. Siempre he creido que quienes disfrutan los chistes groseros son por lo general gente grosera, de poca formación y de muy mal gusto.

Si de algo me precio es de ser exigente con las obras artisticas, no importa que sean populares o clásicas.

Me he formado y preparado para asumir y disfrutar el verdadero arte, y por tanto no me puedo poner al nivel de la gente común y corriente que consume desechos y menudencias que fabrica la industria para satisfacer el mal gusto.

Esto lo quiero dejar bien claro, para que se entienda que en lo particular nadie me puede venir a medir con la vara y el rasero conque se contabiliza a la gente del montón.

Creo que hasta me paso de condescendiente a veces lidiando en el medio con expresiones pretendidamente artísticas que no son más que desperdicios.

Tengo gustos muy particulares en la música, con el vino, las obras de arte, y  estilo de vida, los cuales pienso son de los  hechos que le confieren a uno singularidad, que nunca me he propuesto imponerselos a nadie, pues cada quien conforme a su formación cultural tiene también sus preferencias.

En eso estoy bien claro, y es algo con lo que no transijo ni le doy a nadie el derecho ni siquiera a discutirlo