Las 12 de la medianoche marcan una hora mágica. Salen los espíritus...

Rapsodia para aquellos a los que se les fundió el cerebro

Algunos artistas dominan la técnica de manipular al público, a los fanáticos, y  hasta a los cronistas de arte, de una manera tan refinada, que todos terminan creyendo, haciendo y diciendo lo que ellos quieren que se vea.

Manejan a la perfección la estrategia de "seducción",  como las mujeres hogareñas, que saben cómo mantener en la casa al marido callejero.

Nadie se detiene a observar lo que subyace debajo o detrás de las apariencias, de los afeites y  esteticismos, husmeando en su mundo interior, ni se preocupan por tratar de averiguar y conocer el por qué de las cosas.

Y no todo es tan "color caramelo" como se suele pintar, ni tan vaporosamente sublime y astral, como se pudiera pensar.

Son seres humanos, que como resultado de la popularidad y la fama, crean una estela que los hace ver, a veces, por encima del bien y el mal.

Pero  hay que apreder a  hurgar en torno a sus virtudes ocultas y sus  debilidades como humanos,  y en los detalles de aspectos que permitan su descenso desde el Monte de los Olivos a la vida terrenal, sin mayores traumas.

Para ello es necesario no quedarse solo en  lo "trendy", en el "outfit" de los "celebrities" y los "gatapastas",  en las despiadadas versiones del "snob" y de las modas "mainstream", desarrolladas en algunos casos  a partir de una filosofía de orígen bohemio, o de  un estereotipo  que se fue eclipsando a partir de la cultura indie, a la que algunos se aferran de manera circunstancial o inconsciente, pero nada verificable en términos concretos como parte de su verdadera identidad.

Definitivamente hay que emplear mucho "tutú" para desvertebrar el hipsterismo que lo convierte todo en fetiche, alimentado a partir de la absorción de los nutrientes provenientes de culturas bastardas y contaminadas. 

¡Pura  simbología semiótica, que a veces se permuta o se percuta en el cerebro!

Zorro...